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Crecerse ante las adversidades

Pau Gasol, como muchos otros deportistas de élite, ha dicho "Yo ante las adversidades me crezco".
Siempre he sentido curiosidad por saber cómo consiguen los grandes deportistas de la historia superar golpes emocionales, por pequeños que sean, y salir más airosos que nunca. Por poner un ejemplo, en el último Mundial de Atletismo, el mismísimo Usain Bolt resultó descalificado por una salida falsa. En su lugar, cualquiera se habría derrumbado. En cambio él, está claro que lo superó.

Para la gran mayoría de los terrenales las adversidades son como montañas difíciles de ascender y que provocan una desagradable sensación de angustia.
¿Qué es una adversidad? es un golpe que nos depara la vida y que nos sumerge en un estado de tristeza, destruyendo nuestra moral y motivación. Una adversidad puede ser también una piedra en el camino hacia nuestros retos, que nos obliga a cambiar los planes que tan bien habíamos orientado.

Si tuviéramos la disciplina mental que tienen los deportistas de élite, tendríamos la capacidad casi innata de superar estas adversidades y sacar de todas ellas algo positivo, para coger el nuevo reto con más fuerza.
Si tuviéramos la capacidad de centrarnos sólo en las cosas que podemos controlar (es decir, nosotros mismos) y olvidar las que no podemos cambiar, como las decisiones de terceros, veríamos las cosas desde una perspectiva mucho más positiva.

Si en el trabajo vemos nuestra promoción se acerca, pero de repente nuestro Director se decanta por una persona que inicialmente no estaba en la carrera hacia el éxito y provoca en nosotros un profundo desengaño, qué ganamos destruyéndonos por dentro, atacando la personalidad de "nuestro contrincante", o criticando la cultura empresarial de nuestro lugar de trabajo?  Si por lo contrario esperábamos que se nos asignara un proyecto y éste no llega, porque recae en manos de un compañero, ¿Por qué nos pasamos días, horas y en algunas situaciones meses, en destruirnos por dentro?

Crecerse ante las adversidades es hacer una buena lectura de las cosas negativas que nos han pasado y coger más fuerza para los retos que nos vendrán. Aprender de los fallos y de los errores nos aporta mucho más que sumirnos en el dolor del victimismo.

Crecerse ante las adversidades es no tener miedo de los adversarios ni de las malas rachas. Se trata de leer las señales positivas que hay detrás de los golpes bajos. Tenemos derecho a vivir unas horas o incluso unos días hundidos, tristes y o dolidos. Pero esto no es el fin. La vida está llena de motivaciones y sólo hay que buscarlas.
 
La vida es muy corta como para despreciarla a la primera de cambio. La vida puede no ser justa, pero lamentarnos y querer asumir un protagonismo de víctima, no nos hará más fuertes.


Las adversidades nos llegan a todos, en mayor o menor escala, y ante todo debemos asumir responsabilidades. Si nos equivocamos o sufrimos una injusticia, nosotros somos parte implicada y tenemos que buscar una salida. 

La culpa no es siempre externa. Todos tenemos siempre algo que corregir. Ni el jefe es tan malo, ni nuestro compañero es tan falso, ni nuestro equipo está tan desmotivado. De todo podemos aprender algo, y para aprenderlo hay que analizarlo.

Crecerse ante una adversidad es asumir el fallo y remontarlo. Crecerse ante una adversidad es afrontar un nuevo reto con la sabiduría de un anciano que lo ha vivido todo.

Si pudiéramos vivir la vida al revés, y saber a los 30 lo que sabemos a los 50, todos seríamos astros. Las adversidades nos curten, nos enseñan, nos educan. Pero hay que escuchar, sentir, reflexionar y actuar con la sabiduría que hemos conseguido.

Cuando un futbolista falla un penalti, o cuando un jugador de la NBA falla un triple en el último segundo, o cuando un tenista como Rafa Nadal perdió su primera final ante Djokovic…. Ellos se crecieron como nadie. ¿O a caso criticaron a su adversario, su deporte, sus árbitros?…. No, ellos volvieron a escena al poco tiempo, con más fuerza y más seguridad que antes.

Las adversidades llegan y si las sabemos llevar, con cada una de ellas ganamos años de sabiduría. De nuestra actuación depende el éxito de nuestro proyecto personal y profesional. Es cuestión de tomar decisiones.

¿Qué decides tú?

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