Ir al contenido principal

¿Existe el Jefe perfecto?

A lo largo de mi carrera son muchas las entrevistas que he hecho a candidatos que querían formar parte de mi empresa.  Entre todas las preguntas que les he hecho siempre ha habido una que me ha sorprendido por la reacción de las personas entrevistadas..  ¿Cuál ha sido tu  responsable directo del que más has aprendido?
 En nuestro país se ha dicho siempre que la envidia es el deporte nacional, que no nos alegramos de los éxitos ajenos y que en el trabajo consideramos que todos los jefes que hemos tenido a lo largo de nuestra carrera, no nos han aportado nada.
Con esta pregunta, con mis candidatos cara a cara en una sala de reuniones, a lo largo de los años he tenido tiempo de darme cuenta y analizar múltiples reacciones pero en general y salvo pequeñas excepciones, todos los entrevistados se lamentan de no haber entendido nunca por qué tenían ese responsable superior, no le tenían bien considerado, pensaban que no les aportaba nada  o que  no merecía la posición.
La tendencia más evidente es que no nos gustan nuestros jefes. No les encontramos ningún valor y pensamos que nos habríamos merecido algo mejor. En realidad un jefe tiene que ser un líder, una persona que nos enseñe, que nos asigne tareas, que nos delegue, que nos supervises y que nos diga lo que está bien y lo que está mal. Y aquí encontramos el problema. No nos gusta que nos corrijan y rectifiquen nuestro trabajo. Aquí empieza el error de toda nuestra percepción.
Aunque a veces nos cueste verlo, de todos los jefes que tenemos, hemos tenido o tendremos, podemos aprender mucho. Es difícil ponernos en su lugar hasta que un día seamos nosotros responsables de un equipo y nos demos cuenta de los retos que tenemos por delante. Ser responsable no tiene que estar reñido con tener una buena relación con nuestros equipos pero a menudo tendremos que transmitir ideas, políticas de empresa o decisiones que no siempre comprenderán nuestros equipos pero que tendrán que acatar.
En algunas empresas americanas algunos directivos son vistos como líderes naturales, mentores y personajes que inspiran mucho, pero en los mercados anglosajones las cualidades de un responsable se valoran de manera distinta y no acaban de encajar con el mercado español.   Pero podemos trabajar hacia caminos parecidos comenzando por la comunicación y a la autoevaluación.   Seguramente si preguntáramos a los directivos qué esperan de sus equipos, éstos entenderían mejor que el problema entre ambos es que nunca se han sentado a hablar para escribir una ruta de trabajo común.  Si supiéramos que nuestro responsable directo espera de nosotros que seamos más proactivos, que consultemos más nuestras decisiones, que compartamos más los puntos de vista, que trabajemos más rápido, más en equipo, sólo por poner un ejemplo, seguramente nuestra relación sería más fructífera.
El problema radica que en España en general nos ponemos a trabajar sin saber qué se espera de nosotros, a veces por miedo a veces por desconocimiento.   Nos integramos en empresas tal y como lo hacen los matrimonios, viviendo el día a día y saltando las barreras a medida que van llegando. No nos adelantamos a los temas que luego derivan en problemas. Cuando ya han nacido los problemas sentimos miedo de comentarlos y la pelota acaba siendo demasiado grande y finalmente acabamos escudándonos en que el problema es ajeno, no es nuestro, es del otro y es demasiado tarde para rectificar.
Los jefes son necesarios para dirigir las empresas, los proyectos, los negocios, los equipos. Los jefes también necesitan aprender de nosotros, sus equipos y para ello hay que hablarlo con tiempo para juntos ir construyendo el grupo para convertirlo en un equipo fuerte y sólido.
Si caemos en lo más fácil, en criticar y construir barreras, vayamos a la empresa que vayamos siempre nos encontraremos con el mismo problema, con la misma falta de comunicación. Y un día tal vez llegaremos a ser directivos y dirigiremos equipos con las mismas carencias que lo han hecho otros en el pasado.
Escribamos la ruta del éxito. Si alguien no la conoce, empecémoslo sin miedo. A veces los jefes esperan mucho de nosotros, y esto puede ser un buen principio. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

POR EL AMOR A UN ANIMAL

El otro día entré en una tienda de animales para comprar una cama y artículos para mi perro y me sorprendió desagradablemente ver que en nuestra sociedad aun hay familias que compran perros bebés. Y me pregunto ¿Será que nunca se han planteado adoptar? Tener un perro y compartir unos años de tu vida con un animal tan agradecido y entregado es un verdadero regalo. Pero adoptar un perro de una perrera o protectora es lo mejor que te puede pasar. En contra de lo que muchos piensan que están haciendo un favor al animal, éste nos lo hacemos a nosotros mismos ya que la gratitud será incondicional. Por desgracia en nuestra sociedad hay muchas personas despreciables, que no deberían ser llamadas personas, que maltratan y abandonan sin escrúpulos a estos maravillosos ángeles. Pero también hay muchísimas organizaciones sin ánimo de lucro, formadas por personas anónimas que dedican tiempo, pasión, cariño, recursos y dinero a rescatar y a cuidar estos perros que otra parte de nuestra soc

SIN ACTITUD, NO HAY FUTURO

La actitud es la clave Curiosamente continúo encontrándome empleados que priman la experiencia a la actitud cuando valoran su carrera profesional o cuestionan su falta de promoción interna . Aún me sorprende porque no hay nada más vital en las relaciones humanas que una actitud positiva, que mira al frente, pragmática, abierta y enérgica. ¿Y por qué es tan importante la actitud? Porque la suma de muchas actitudes configuran el ambiente laboral en el que trabajamos. Una actitud positiva y  luchadora frente a la vida, da fuerza y garra para superar cualquier impedimento o al menos intentarlo. Para cualquier empresario, ver a su equipo positivo y motivado hacia cualquier reto, le da perspectiva para seguir construyendo cosas buenas. De lo contrario, cuando el ambiente que se siente dentro de la empresa es negativo , pesimista, conformista o poco apasionado, el mismo líder pone en duda el sistema  y el cliente acaba dudando del producto. La actitud te ayuda a ver una vida mej