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Perder el miedo de hablar en público

Para explicar en imágenes las pocas aptitudes que los españoles tenemos para hablar en público, sólo hay que remontarse a los últimos 30 años de la historia de España. Todos nos hemos reído viendo a Julio Iglesias cantando con las manos en los bolsillos cuando iniciaba su carrera como cantante en los años 70. Todos recordamos El mensaje rotundo y poco hábil de Arias Navarro "Españoles, Franco ha muerto" y múltiples imágenes de nuestros políticos poco convincentes explicando con poca actitud propuestas que nos afectan a todos.

Está claro que los españoles somos comunicadores poco carismáticos, transmitimos poco entusiasmo cuando nos dirigimos a cualquier audiencia y nos faltan las bases del mundo anglosajón para presentar en público y triunfar. Tenemos poca experiencia, o nula, porque en la escuela no nos han educado así y tampoco tenemos buenos referentes en nuestro entorno, de los que aprender.

Cuando viví en Estados Unidos viví una experiencia personal aterradora que cambió mi vida para siempre. En mi escuela solíamos dedicar los viernes por la tarde a temas extraescolares llenos de actividades muy enriquecedoras. Uno de esos viernes, el profesor de historia me llamó a escena para defender la postura contraria a la Guerra de Vietnam (que precisamente estábamos estudiando en clase). Me escogieron a mi porque al no ser norteamericana, había muchas posibilidades que yo no tuviera ningún reparo en defender que Estados Unidos se había equivocado. Yo nunca había hablado para un público tan amplio y nunca imagine que me tocaría hacerlo algún día. Al pronunciar mis primeras palabras, casi tartamudeando, empecé a escuchar risas, comentarios y silbidos y lo último que recuerdo es que el médico de la escuela me estaba 'asfixiando' con una bolsa de papel del almuerzo, para controlar mi respiración, tras la crisis nerviosa que sufrí. Me llevaron a una sala, sin acabar ni casi empezar mi presentación y de allí a casa. Pase el fin de semana pensando que me moriría de vergüenza al volver a la escuela ya que todo el mundo me había visto hacer el ridículo y quería desaparecer de la tierra. Pero no fue así. Me convertí en casi la persona más popular de la escuela porque todo el mundo tenía interés en saber qué había pasado, así que en el siguiente 'Friday Rally" me pidieron que volviera a hablar en público para explicar que me había pasado, porque me había desmayado y que había sentido.
La situación era muy distinta por varios motivos:

1)seguridad en mi misma: porque quería hacer olvidar mi última experiencia
2) interés por el tema: la audiencia quería saber y así me lo habían transmitido
3) control de la temática: hablaba de una experiencia personal y nadie me podía contradecir
4) body language: mis manos me servían para escenificar las sensaciones que había vivido y nunca me bloquee pensando que no sabría qué hacer con ellas
5) diversión: al ver las primeras sonrisas sobre la explicación seguí con el mismo estilo y al ver que hacia reír, me sentí aun mas cómoda


Sin saberlo antes ni inmediatamente después (tarde unos años en darme cuenta)esa experiencia me sirvió para darme cuenta que hablar en público puede llegar a crear adicción. No se trata de hablar solo para una audiencia interesada porque el interés lo tiene que crear el propio presentador. Hablar en público con convicción y entusiasmo nos ayuda para presentar trabajos en la universidad, para entrevistas de trabajo, para exámenes orales, para vender mejor los proyectos de nuestro día a día en la oficina.

 Sin darme cuenta, aquella experiencia que viví en 1993 ha contribuido en cada una de las presentaciones que he hecho en mi vida laboral incluso para audiencias de más de 600 personas. Siempre antes de entrar a escena me he mirado al espejo para practicar y he recordado aquella sala del polideportivo del Justin Siena High School. Esto me ha dado fuerzas para recordar que ya sabiendo lo que iba a contar, lo tenía que afrontar con entusiasmo, cautivando al público, haciéndoles participes de mis mensajes, hacerles reír, hacerles vivir las mismas emociones que yo sentí ese viernes cuando me di cuenta que lo importante es conectar con ellos y despertar su interés en los pocos minutos que tengo para hacerlo. Vivirlo con intensidad y con una actitud de “ Yo estoy aquí hablando porque ellos así lo quieren”.

La diferencia entre hablar mal, bien o muy bien puede marcar el rumbo de nuestro destino, podemos ganar mucho o perderlo todo. Si aceptamos que es tan importante lo que decimos como el cómo lo decimos, abriremos nuestra mente para conseguir una capacidad casi innata para comunicar con éxito.

Tal y como comencé este escrito, hablando de lo mal que comunican y han comunicado nuestros compatriotas a lo largo de muchos años, lo cierro diciendo que una vez consigamos entender la importancia de ser un buen speaker, nos volcamos en aprender de todos y cada uno de los comunicadores que vemos en congresos, en televisión, en empresas....y nos volvemos cada vez más estrictos, analizando con detalle a cada uno de ellos porque siendo tan fácil y claro el valor seguro del éxito, parece increíble que algunos aun estén tan lejos y no hagan nada para remediarlo.

Comentarios

  1. Hola Silvia, buen post.

    Te recomiendo una pelicula que esta ligada al tema y al blog: "Music Within".

    el titulo del film viene de la frase de Oliver Wendell Holmes: "Most people go to their graves with their music still inside them..."

    Creo es una linda reflexion... por un lado nos dice que todos tenemos musica dentro, por otro lado, algunos logran encontrarla.

    Un abrazo,

    Santiago Imperatrice

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  2. Simplemente me ha parecido interesante y precioso, todo a un tiempo.
    Enhorabuena, Silvia: tu estilo capta la atencion...

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